miércoles, 23 de septiembre de 2009

El Estado, el Bien sobre la Tierra.

Sostenida por quienes están actualmente en el poder, y por sus ingenuos seguidores,la arcaica y vetusta concepción de que toda intervención estatal es positiva para la comunidad toda, parece estar cobrando fuerza en cerebros pocos críticos.

El estado, como ente corporativo, parece no haber abandonado su carácter divino, tal cual era concebido en tiempos lejanos. No, por el contrario, parece que para los estatistas, no hay excesiva intervención, sencillamente porque el Estado nunca obra de más. El estado es , al final de cuentas , la sociedad entera y sus actos no son nunca contrarios al interés de esta.

Ingenuamente, muchos de quienes sostienen esto desconocen que bajo esa misma concepción se justificaron episodios gravísimos, en nuestro país, y en el mundo entero. En nuestro país, ejemplo paradigmático, el terrorismo de Estado. A nivel mundial, hay muchos, pero uno de los más contundentes ha sido el Tercer Reich. El estado alemán, decían sus partidarios, siempre actúa para proteger a la laboriosa y superior raza germana de la vil opresión sionista.

Bien decía Alberdi, " la omnipresencia del Estado es la negación de la libertad individual". La realidad es que las experiencias que los argentinos hemos tenido con estados absolutos, o semi-absolutos no han sido positivas. Paradójicamente, es de remarcar el hecho de que aún luego de la crisis del 2001 con un Estado hecho trizas, la Argentina haya salido a flote gracias al esfuerzo de miles de productores que poniendo el hombro, no se resignaron a perderse en el pesimismo colectivo.

Será eso lo que les cuesta entender a quienes torpemente apoyan aquellas medidas que benefician a unos pocos , bajo el pretexto de ser naturales ramificaciones del bondadoso árbol del Estado.

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